Con cinco imputados en la causa, elevan a juicio oral el secuestro y crimen de Candela

A dos años y medio del secuestro y crimen, en Hurlingham, de Candela Sol Rodríguez el nuevo fiscal de la causa, Mario Ferrario, pidió elevar la causa a juicio contra cinco personas por considerarlas «coautores del delito de privación ilegítima de la libertad seguida de muere».

Los cinco fueron considerados «coautores del delito de privación ilegítima de la libertad seguida de muerte». Se trata de los acusados del asesinato Hugo Bermúdez, Leonardo Jara y Fabián Gómez, y de Gladys Cabrera, la dueña de la «casa rosa» donde habría permanecido cautiva la boy scout. También se pidió que se juzgue a su cuidador, Néstor Altamirano.

Ferrario también delineó un móvil: «Lo que motivó este luctuoso suceso fue una venganza en contra de Alfredo Omar Rodríguez, padre de la menor, por parte de una organización que se dedicaba al robo de mercadería en tránsito, comúnmente denominada ‘piratas del asfalto’, a la que el padre pertenecía».

De esta manera, el fiscal deja afuera de la causa a Héctor «Topo» Moreira, Guillermo López y a Alberto Espínola, quienes habían sido detenidos y procesados con prisión preventiva en la primera etapa de la investigación.

En el pedido de elevación a juicio se detalla la ruta que realizó la presunta banda. Según esta línea, Candela fue secuestrada el 22 de agosto, en las inmediaciones de su casa de Hurlingham, «la condujeron hasta las inmediaciones de la antena «La Finita», donde la retuvieron y ocultaron hasta la madrugada del 29 de agosto».

Luego, la llevaron a la casa rosa, ubicada en Villa Tesei, donde la nena permaneció «por un corto período». Ese mismo día, fue «trasladada al domicilio de la calle Cellini 4085» –propiedad de la suegra de Bermúdez–.

Allí, «previo a abusar sexualmente de la niña, una persona hasta ahora no individualizada le produjo asfixia mecánica por sofocación». Finalmente, el cuerpo fue arrojado a un descampado.

Para el fiscal, los roles en el secuestro estuvieron bien definidos. Fabián Gómez, un verdulero cuyas hijas asisten al mismo colegio al que iba Candela, se habría encargado de realizar una tarea de reconocimiento de la vivienda donde llevarían a la chica.

Por otro lado, Bermúdez habría facilitado la casa de Cellini, donde habrían asesinado a la menor, y habría intentado limpiar rastros. Por su parte, Jara, que fue señalado como «el noviecito de Candela», sería quien realizó la llamada extorsiva durante el secuestro, según el resultado arrojado por una pericia llevada a cabo por Gendarmería.

Gladys Cabrera y Néstor Altamirano siguen vinculados al crimen porque «contaban con las llaves de ingreso» a la casa rosa. Aún «no se ha logrado determinar quién permitió el acceso a dicha vivienda». Para el fiscal, corresponde dilucidar la responsabilidad de ambos en el juicio oral.