Clínica Sagrado Corazón de Hurlingham: A un año del cierre, sus trabajadores quieren que funcione como cooperativa

En mayo próximo se cumplirá un año de la decisión dada a conocer por el PAMI de rescindir el contrato que vinculaba al organismo con la Clínica Sagrado Corazón de Hurlingham, único prestador de salud por entonces para jubilados y pensionados del distrito y gran parte de la región.

Esa decisión fue el tiro de gracia para la clínica con un derrotero que incluye profundos enfrentamientos entre sus propietarios y sus gerenciadores, sumados a años de desprestigio y un nombre mal ganado, atribuido a la deficitaria atención denunciada en innumerables casos. Y que padecieron también los empleados.

En el medio quedaron los trabajadores a los que los propietarios les vedaron el ingreso construyendo un paredón en el principal acceso, sobre la calle Richieri.

Desde un comienzo, empleados, a quienes les adeudaban sueldos y otros haberes, resistieron el vaciamiento y el cierre de la Sagrado. Judicialmente no podían avanzar porque sobre los propietarios pesaban incontables embargos. Pensaron, entonces, en poner en marcha una cooperativa y en esa tarea se encuentran ante los ámbitos oficiales y tramitando las ayudas financieras vitales para poner en marcha el proyecto.

“Incluso hablamos días atrás con PAMI para volver a tener algunas cápitas que la hagan sustentable y le permitan trabajar a los 120 empleados que buscan recuperar su trabajo. Pero lo más duro es ver el edificio cerrado, que haya tantas camas sin abrir, como le pasa a otras clínicas en nuestra misma situación”, señaló este miércoles Gustavo Scardaccione, técnico radiólogo y delegado gremial, al programa Estación Central (Mpquatro radio online)

“No queremos nada regalado, queremos funcionar y poner en pie la clínica. Pero para eso primero necesitamos hacer realidad la cooperativa para tener todo en regla y no saltear ningún paso”, agregó.

Pero en el marco de la pandemia todos los argumentos para la reapertura se vuelven más necesarios y urgentes por la demanda existente y el peligro latente del colapso del sistema de salud. «El Municipio necesita camas, en medio de una pandemia, y tenemos un ‘elefante blanco’ con 120 camas sin usar», lamentó Scardaccione.

“La clínica podría ofrecerle a Hurligham camas privadas de las que el distrito hoy carece. Y de esas 120, diez son de terapia y tenemos ocho respiradores, con equipos de oxígno propios. Es más, podríamos sumar más camas de terapia que es lo que hoy se necesita“, completó.

A ese equipamiento habría que sumar el total de tres pisos de internación, una guardia con 10 camas, laboratorios, rayos, tomografías, cuidados especiales, dos quirófanos, entre otras prestaciones que, en medio de una pandemia resultan triste y vergonzosamente ociosas.

Fuente: Mpquatro