Cierre de locales, despidos encubiertos y salarios atrasados (empleados que en los últimos meses sólo cobraron el Repro del Gobierno) son algunas de las consecuencias de la crisis terminal que padece Garbarino, que no comenzó pero tampoco terminó cuando hace un años el empresario Carlos Rosales (protesorero del Club San Lorenzo) se hizo cargo del Holding. Sin respuestas, trabajadores de la cadena se movilizaron el viernes pasado a las oficinas centrales y luego a la Casa de Gobierno, donde presentaron una carta.
El disparador fue el cierre de sucursales como las de La Tablada, Rosario o el Sur. Un llamado «nacional» que contó con protagonismo del gremio de Zona Oeste (SEOCA), cuyo secretario, Juli Rubén Ledesma, acusó a Rosales de «no dar la cara» y al Gobierno de no actuar (o de firmar acuerdos extra judiciales).
«No dan la cara , no vamos aflojarle en este plan de lucha. El Gobierno debería intervenir en este conflicto», pidió el exdiputado nacional el viernes pasad, durante la marcha hacia las oficinas de Rosales, en Juncal 1100.
«La situación es catastrófica. Cerró casi 30 sucursales y hay unos mil despidos encubiertos, a pesar de lo que firmó con la Federación de Comercio. En los primeros meses de la pandemia no estuvo pagando sueldos, porque los pagaba el Estado. Ahora sólo cobramos el sueldo. Rosales dejó de pagar», explicó hoy la delegada de la suc. Laferrere, Nadia Ponce.
Lo peor es el contexto de «reversión a la venta online» que canalizan las grandes empresas comerciales. «La pandemia aceleró todo», reflexionó la empleada.
El Holding tiene 4000 empleados, 245 locales, negocios financieros y turístico, centros de distribución y dos fábricas de electrodomésticos. Todo está paralizad porque se volvió a suspender el pago de salarios en todo el país.
Al momento de asumir la conducción del holding de empresas que incluye las firmas Garbarino SAIC, Compumundo SA, Digital Fueguina SA, Tecnosur SA, Garbarino Viajes SA y Fiden SA, los planes de Rosales, el nuevo titular, contemplaban una inversión de 2000 millones de pesos y una apuesta a otros mercados de la región sudamericana. Entre ellos, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador. Pero la segunda ola de la pandemia cambió por completo su ruta.
Meses atrás, desde la gerencia de la compañía indicaron que se realizan los esfuerzos para “equilibrar” las cuentas, pero “la prolongación de la pandemia nos obligó a evaluar otras alternativas frente a la necesidad de transformar el negocio”.
“Hoy el negocio no requiere de locales físicos y personal en los salones; si bien lo preveíamos, la crisis sanitaria aceleró los procesos”, aseguraron.
En paralelo se activó el diálogo con el Grupo Inverlat, que gestiona Havanna, Reef e ICSA y compitió por la compra de Garbarino con Rosales en 2020.