En campaña, los precandidatos a concejales de «Vamos con Vos» (Randazzo) en Morón David «Chango» Soto, Verónica Prieto, Marta Elias y Julio Prieto recorrieron las ferias que que funcionan tanto en la plaza del barrio San Juan de Castelar Sur como en la Plaza de la Artes, junto a la Universidad de Morón.
Esta modalidad de intercambio inició como trueque y luego se diversificó e incluyó ventas en efectivo, a bajos costos ya sea ropa nueva , usada y accesorios. Las ferias son un «polirubro vecinal», que «comenzó a gestarse a mediados del 2019, como medida paliativa ante la falta de ingresos y de trabajo».
«Las ferias vecinales surgen como un lugar alternativo para llevarse unos pesos y bancar el plato en los hogares. Es una salida precaria que se puede organizar y ser parte de un círculo virtuoso, que es necesario que el estado ordene y regularice impulsando los microemprendimientos productivos y garantizando centros de compra y venta en lugares seguros y cerrados», contó Soto, primero en una lista confeccionada por Libres del Sur, que se verá en las PASO en una interna con la boleta de Pablo Salvo (por Tercera Posición).
Entrevistado por el programa Estación Central (Mpquatro radio online), Soto advirtió sobre el crecimiento de las ferias, cada vez más anárquico, y contó que «muchos políticos no van por miedo a comerse una puteadaa».
«A las ferias que fuimos siempre se escucha por atrás que vienen por las elecciones. La gente está cansada de la política. Pero damos la cara y vemos la necesidad. Hay gente que intercambia los productos que les vienen en los bolsones (del municipio), productos secos por carne, ponele», contó el precandidato.
«Los políticos más tradiciones no se animan a caminar por ahí porque son una bomba. La feria de Castelar Sur tiene conflictos. No puede ir cualquiera, no hay baños. La Iglesia les cobra por usar los baños porque nadie le provee los artículos de limpieza», explicó Soto, tras su paso por Plaza San Juan.
Una de las primeras vecinas en iniciar la feria, se acercó de manera espontánea los referentes para advertir de «la falta de acompañamiento por parte de la gestión actual». Y les contó «lo bueno y lo malo de la cultura feriante».
«Estas ferias están plagadas de historias de familias que merecen ser contadas, como la vida de Liliana y Karen (madre e hija) quienes tienen un puesto de venta de ropa. Karen está cursando el 2° año de la carrera de Derecho en la UNLAM y que ayuda a su madre en la feria. No reciben ningún tipo de ayuda social y trabajan juntas día a día para conseguir sus sueños».