16/10/2025

La técnica infalible de 2 minutos para conseguir el mejor pesto del mundo

asda

Pocas salsas son tan frescas, aromáticas y rápidas de hacer como un buen pesto casero. Es la solución perfecta para levantar un plato de pastas en cuestión de minutos.

Sin embargo, muchos se frustran al ver que su preparación casera adquiere un color oscuro y un sabor amargo, lejos de esa versión verde vibrante que uno espera.

El secreto para evitarlo no está en un ingrediente exótico, sino en la técnica y la velocidad. Para que el resultado sea siempre delicioso, tener a mano condimentos que no fallan, como los de la línea de Alicante, es un primer paso fundamental para construir una base de sabor perfecta.

El verdadero enemigo: la oxidación

La albahaca es una hierba muy delicada. En cuanto sus hojas se cortan o se machacan, empiezan a reaccionar con el oxígeno del aire, lo que provoca que se pongan de un color verde oscuro, casi negro. Cuanto más tiempo dura el proceso de preparación, más expuesta está la albahaca a este fenómeno.

Por eso, el método tradicional del mortero, aunque muy romántico, es también el más lento y el que más riesgo corre de oxidar la salsa si no se hace con mucha pericia. La solución moderna y a prueba de fallos es usar la velocidad a nuestro favor.

La técnica de los 2 minutos: velocidad y frío

El truco infalible para un resultado perfecto es usar una procesadora de alimentos, un mixer de mano o una licuadora potente. Estos electrodomésticos trituran los ingredientes en segundos, minimizando el tiempo de contacto de la albahaca con el aire y reduciendo la fricción que genera calor, otro factor que acelera la oxidación.

Para que la técnica funcione, no se trata solo de meter todo junto y apretar un botón. El orden es clave para obtener la textura ideal.

Primero lo seco: Empezá procesando los ingredientes duros. Colocá en el vaso de la procesadora los piñones (o nueces/almendras), el queso parmesano rallado y el ajo. Un buen tip para un sabor más sutil y menos invasivo es usar ajo deshidratado, que se integra de maravilla y evita el picor a veces excesivo del ajo crudo. Dale unos pulsos cortos hasta que todo esté bien picado.

Después, las hojas: Añadí toda la albahaca fresca y un poco de sal. La sal ayuda a que las hojas liberen su humedad y se procesen más rápido. Volvé a pulsar varias veces hasta que la albahaca esté completamente triturada e integrada.

Al final, el aceite: Con la máquina en funcionamiento a baja velocidad, agregá el aceite de oliva en forma de hilo. Este paso es fundamental. Añadir el aceite de a poco permite que la salsa se emulsione, creando una textura cremosa y homogénea. Si lo tirás todo de golpe, es probable que se separe.

Un truco extra para un verde más intenso

Si querés asegurar un color verde casi fosforescente, podés usar una técnica de cocina llamada «blanqueado».
Antes de empezar, sumergí las hojas de albahaca en agua hirviendo por apenas 15 segundos y, de inmediato, pasalas a un bol con agua y hielo para cortar la cocción. Secalas muy bien con papel de cocina antes de ponerlas en la procesadora.

Este shock de temperatura fija la clorofila y garantiza un color espectacular que se mantendrá por más tiempo.
Con este método, en apenas dos minutos tendrás una salsa fresca, cremosa y de un verde intenso, lista para usar en tus pastas, ensaladas o para untar en una buena tostada.