Morón no pudo torcer una historia que estaba escrita: Cayó 1-0 en Madryn y quedó eliminado
En una semifinal bochornosa, Deportivo Madryn se quedó con el pase a la final del Reducido de la Primera Nacional, al ganar 1 a 0 ante un Morón que jugó con diez más de media una hora y padeció el arbitraje de Pablo Echavarría.
La historia dirá que pasó el local por la «ventaja deportiva» (al haber estado mejor ubicado en la zona de grupos), pese a quedar 1 a 1 en el marcador global. El Gallo pagó caro su falta de eficacia en el NFU. Y por la tarjeta roja que vio Livera a los ’52, por un codazo insólito que tiró con el partido parado y el asistente derecho ingresado al campo de juego. Fue minutos después de que el árbitro dejara pasar una patada desde atrás sobre el ingresado Sanguinetti.
Al rato, por si fuera poco, apenas si amonestó a un Montagna que le sacó una lonja de piel a Olivares al impactar un planchazo descalificador sobre su pantorrilla derecha. Eso, sin contar varias camiseteadas cerca del área que no vio o no amonestó como correspondía. La historia dirá que, pese a todo, fue un partido parejo. Que en el segundo tiempo tuvieron una llegada por lado. Y que el único gol vino de pelota parada a los ’14 (Postel), gracias a una falta inventada.
Con esa ventaja ya pasaba Madryn, para muchos el caballo del comisario. Así lo dio entender Walter Otta, DT de Morón, quien nunca dijo, sin embargo, lo que el Tribunal de Disciplina de la AFA le endilgó en un fallo que salió entre «gallos» hacia la noche del jueves. La «fake news» sólo sirvió para que el entrenador no dirija a su equipo el domingo.
Así y todo Morón estuvo a tiro de la Final. No tuvo el brillo de hace una semana. Pero tampoco merecía jugar en cancha inclinada. La historia dirá que un club del interior, cuyo presidente es hermano del intendente de la ciudad, pasó por el escritorio y con ayuda arbitral en dos instancias. Lo espera Estudiantes de Río IV, que también dejó atrás a su homónimo de Caseros por la ventaja deportiva». Uno de los dos llegará a Primera, merecimientos al margen.
El final en Madryn estaba cantado. Durante el partido (no se detuvo) se prendieron bengalas sobre el arco de Salvá. Y tras dos horas de soportar la doble vara del árbitro y la AFA, por supuesto, se produjeron encontronazos entre jugadores, que la Policía de la Provincia reprimió sin piedad sobre la cara de los de camiseta blanca y roja. Nada que envidiarle a Brasil. Salvo que es el mismo país. Pero en una ciudad en la que se pedía DNI para entrar al estadio, porque no querían dejar pasar a nadie que no fuera nativo. Tampoco hubo lugar para prensa partidaria visitante.